jueves, 1 de mayo de 2008

FiFi


Llego a mis manos un soleado día de agosto. Mi padre después de su caminata matinal se la encontró y decidió traerla a casa. No se que se le pasaría en ese momento por la cabeza porque siempre dijo que no quería animales en casa. Debió ser porque este animalito tendría algo de especial. Cuando abrí la puerta de mi casa y entro esta cosita, se lanzó a mis brazos muerta de miedo sin saber donde estaba ni que hacía allí. Estaba muy delgada, se notaba que no comía desde hacia unas horas largas. Nada más que mi madre posó en el suelo un plato con leche y pan se lanzó con un hambre voraz lamiendo el plato y no dejando ni gota. Después de estar saciada se dio cuenta que nos tenía miedo y se escondió. Mi padre decidió llevarse la gata a mi abuelo pero rapidamente mi madre y yo le dijimos que por favor no lo hiciera. Ya nos habiamos enamorado de ella.

Los siguientes días fueron dificiles. Fifi como decidimos bautizarla después de asegurarnos que era una hembra. No se acostumbraba a la casa y tuvimos que dejarla por la noche encerrada en la cocina. Al verse sola no paraba de miagar por lo que no pegamos ojo en unas cuantas noches. Además como era muy pequeñita teníamos que tener cuidado que no entrara en las habitaciones porque se escondía y no había manera de sacarla luego. Poco a poco se fue acostumbrando a nuestro olor y a las cosas que había en casa. Sobre todo se fue acostumbrando a responder por su nombre. Millones de anecdotas se me vienen a la mente, millones de momentos graciosos y millones de momentos tristes. Ahora, después de casi cuatro años con ella me resulta imposible recordar como era la vida antes de que llegara ella. Cuando paso un solo día fuera de casa ya la echo de menos, sobre todo su peculiar forma de despertarme mordiendome la oreja.

La tenemos un poco consentida y tiene un huequito para ella en todas las habitaciones de la casa. Tiene su propia cama en la cocina donde pasa mas tiempo porque es por donde pasa mas gente a lo largo del día y lo que menos le gusta es estar sola. Una cosa que le encanta es echarse en ella y tomar el sol por las mañanas. Se estira entera y se queda alli horas hasta el punto que, al tocarla, a veces quema. Cuando decide que ya es suficiente sol va al salon que está más fresquito y se echa alli a refrescarse. Como dije antes lo que menos le gusta es estar sola, pero lo que odia, realmente le repugna es bañarse. No le gusta el agua como buena gata que es pero aun asi la bañamos por higiene. Es un "show" bañarla. Acabas más mojada que ella. Son todos "miaus" de un tono alto pero luego el resultado es fantástico.

Para concluir sólo decir que en realidad si tiene algo en especial que hizo que mi padre se fijara en ella. A persar de que no es nada mimosa, ni nada agradecida, nos trajo alegría a la casa y nos trajo, sobre todo, lo que más necesitabamos, la felicidad.

1 comentario:

Upsusu dijo...

Por si no nos había quedado claro de que tienes una gata
jajaja
Como mola de minima :)
un beisnnn ^^ (K)